sábado, 31 de diciembre de 2011

SOLEMNIDAD DE LA FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

Fiesta Sagrada Familia

COMENTARIO AL EVANGELIO DE LA SAGRADA FAMILIA

12.01.01

domingo, 25 de diciembre de 2011

SEIS CUENTOS DE TONY DE MELLO

6 Cuentos Cortos Tony de Mello

miércoles, 19 de octubre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO






Domingo XXX Tiempo Ordinario
23 octubre 2011

Evangelio de Mateo 22, 34-40

         En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
         ¾ Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
         Él le dijo:
         ¾ «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
         Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.

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TODO  ROSTRO  REFLEJA  TU  ROSTRO

         En el contexto judío del siglo I, la pregunta que el fariseo anónimo le plantea a Jesús no era baladí ni retórica. No resultaba fácil, para una persona piadosa que buscaba ser fiel a la Ley, establecer una jerarquía entre los 613 preceptos importantes -248 prescripciones y 365 prohibiciones- que se habían llegado a recopilar.
         Tal codificación –llevada a cabo precisamente por los fariseos- había sido una tarea importante, pero es normal que produjera desaliento y confusión. De una manera u otra, era inevitable que se preguntara por “el más importante” de todos aquellos mandatos.
         Si bien la respuesta no era unánime –para algún rabino, el mandato más importante era el que se refería al cumplimiento del sábado-, la más frecuente iba en la línea que apuntará Jesús…, aunque aparecía al mismo nivel que los otros temas considerados prioritarios por la religión oficial: la pureza ritual y los diezmos (aparte el ya mencionado del sábado).

         La respuesta de Jesús es, al mismo tiempo, simplificadora, tradicional y radical:
·         simplificadora, porque reduce todo aquel conjunto normativo a un solo mandamiento: el amor;
·         tradicional, porque no hace sino unir, en un solo, dos mandamientos tomados de la tradición de su pueblo, tal como se recogían en el Libro del Deuteronomio (6,5: amor a Dios) y en el Levítico (19,18: amor al prójimo);
·         radical, porque no sólo establece una jerarquía entre los mandamientos, sino porque, en cierto sentido, hace que todos ellos se reduzcan al amor que, según él, “sostiene toda la Toráh”.

De ese modo, Jesús hace que todo el comportamiento moral gire en torno a lo que se conoce como la “regla de oro”, algo usual en prácticamente todas las grandes tradiciones espirituales.
Dentro del propio judaísmo, ya en el Libro de Tobías (4,25), puede leerse: “No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti”. Y el escriba Hillel, algo anterior a Jesús, lo expresaba de este modo: “Lo que te desagrada, no se lo hagas al prójimo: aquí está toda la Ley. El resto es simplemente comentario”. En el mismo evangelio de Mateo (7,12), Jesús utiliza una fórmula taxativa, que nos recuerda la respuesta que estamos comentando: “Lo que queráis que los hombres os hagan, hacédselo vosotros a ellos: ésta es la Ley y los Profetas”.
          
         Me parece importante caer en la cuenta de que, al formular el “mandato del amor” como el fundamento de toda la Ley, no se está hablando en primer lugar de una prescripción, sino de una revelación. Es decir, no se está imponiendo una norma, sino que se nos está descubriendo lo que somos.
         El “primer mandato” es el amor, precisamente porque somos Amor. La “Regla de oro” nos recuerda nuestra identidad. Por esa razón, amar a Dios y a los otros no es algo que proceda del voluntarismo, sino que nace de la comprensión.
         Me parece cierto que el reconocimiento de la propia vulnerabilidad nos humaniza; limpia nuestra mirada y abre nuestro corazón al sufrimiento de los otros: empieza a brotar la compasión.
         Pero hay otra fuente más profunda de la compasión: es la comprensión de quienes somos.
         En cierto modo, podría decirse que la “realización” de la persona va acompañada de una doble característica: la sabiduría y la compasión. La primera permite comprender en profundidad o “ver” la verdad de las cosas; la segunda, es su expresión o manifestación. Quien “ve” no podrá no ser compasivo; no podrá no amar.
         Así entendemos la expresión del sabio hindú Nisargadatta: “El amor dice: «Yo soy todo». La sabiduría dice: «Yo soy nada». Mi vida fluye entre ambos”. O, de otro modo: "Comprender que uno es nada es sabiduría, comprender que uno es todo es amor". Frances Vaughan lo ha expresado de esta forma: “La compasión ve al Uno en los muchos, la sabiduría ve a los muchos en el Uno”. Y Willigis Jäger: “La gran compasión que surge de la experiencia de unidad se experimentará como la fuerza motriz del universo”.
Es lo que, con unas u otras palabras, manifiestan todos los hombres y mujeres que han “visto”. El propio Jesús se nos presenta como “el hombre sabio y compasivo”.

         Lo que llegamos a comprender es que, en contra de la creencia de que somos seres separados –que sostiene y alimenta al ego-, nuestra verdadera identidad es “compartida”: somos como células de un mismo organismo. ¿Qué ocurriría en nuestro organismo si cada célula se considerara “aislada” del conjunto y tuviera un comportamiento autárquico?
La realidad es no-dual y nada está separado de nada. En ese nivel, podemos decir con verdad: “soy tú”. Más importante, profunda y real que la “individual” (de “célula”) es la identidad que compartimos (el “organismo” que somos), en la que realmente nos encontramos. (Aunque no lo “sepa”, la célula es también cuerpo: una y otro son no-dos).
Dicho de otro modo: si no interfiere nuestra mente no observada, notaremos que la conciencia se encuentra a sí misma en cada “otro”, y nos reconoceremos a nosotros mismos por doquier. Descubriremos, tras una ignorancia tan prolongada, que todo rostro es nuestro rostro… y todo bien es nuestro bien. Ese día se habrá disipado toda oscuridad y habremos entrado en contacto con nuestra verdadera identidad.
         Un antiguo texto budista lo expresa de una manera tan profunda como hermosa:  
         Namasté.
Yo honro el lugar dentro de ti donde el Universo entero reside.
Yo honro el lugar dentro de ti de Amor y Luz, de Verdad y Paz.
Yo honro el lugar dentro de ti donde cuando tú estás en ese punto tuyo,
y yo estoy en ese punto mío,
somos sólo Uno”.

         En lo concreto, No-dualidad significa Abrazo integrador. Dicho con otras palabras: la naturaleza última de lo Real es Amor. Amor que, como fuerza “unitiva”, mantiene cohesionado el conjunto, desde las partículas elementales hasta los inmensos espacios inabarcables.
         Se comprende que, en las religiones teístas, el “primer mandamiento” sea: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. No está hablando de un Dios que exigiera servidumbre por encima de todo –aunque se haya interpretado así desde una conciencia mítica-; significa, más bien, el reconocimiento de que la Realidad primera es Amor y que, por tanto, “acertamos” en la vida cuando nos alineamos con ella en esa misma clave y actitud amorosa.

         En el caso de Jesús, es patente que, para él, el amor es el “camino” por antonomasia; hasta el punto de que todo lo centra ahí: la figura del samaritano de la parábola es emblemática y no admite “apaños religiosos”, cuyos representantes son criticados en la misma narración: “Ve y haz tú lo mismo”.
         Así como otras tradiciones espirituales han priorizado el camino del conocimiento (jñana, gnosis), el maestro de Nazaret insistió en la práctica concreta del amor –especialmente a la persona en necesidad-, como camino de realización personal y colectiva (lo que él llamaba “Reino de Dios”).
         En realidad, se trata de diferentes caminos que conducen a la misma “meta”: despertar a quienes somos, desidentificándonos del yo. Cuando acallamos la mente –en el camino del conocimiento-, nos percatamos de que el ego es sólo una creación mental; cuando dejamos vivir el amor que somos –en la práctica compasiva, servicial y gratuita-, el ego queda igualmente trascendido. De un modo y otro, nos abrimos a la verdad de quienes somos, la identidad no-dual o “compartida”.
         Ahora bien, dado que los seres humanos somos tan condicionados y limitados, a la vez que con poderosas inercias hacia la egocentración –debido, probablemente, al momento evolutivo en el que nos encontramos-, puede ser bueno que pongamos expresamente cuidado en verificar cómo es nuestra actitud y nuestro comportamiento concreto hacia los otros. Aparte de ser el criterio más claro de un genuino camino espiritual, nos servirá de cuestionamiento para advertir si estamos viviendo en coherencia con lo que somos –amor-, o si seguimos enroscados en los laberintos egoicos…, creyéndonos “espirituales”.


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DOMINGO 30-TIEMPO ORDINARIO-CICLO A




viernes, 14 de octubre de 2011

COMENTARIO AL EVANGELIO POR ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO

Domingo XXIX Tiempo Ordinario
16 octubre 2011

Evangelio de Mateo 22, 15-21

         En aquel tiempo, los fariseos se retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y de dijeron:
         — Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?
       Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
         — ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto.
         Le presentaron un denario. El les preguntó:
         — ¿De quién es esta cara y esta inscripción?
         Le respondieron:
         — Del César.
         Entonces les replicó:
         — Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

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LOS IMPUESTOS DEL EGO

         Quizás sea bueno contextualizar la cuestión planteada en este relato, para entender mejor la “pregunta envenenada” que le dirigen a Jesús, así como la respuesta de éste.
         Por lo que se refiere al tema mismo del impuesto exigido por Roma, es sabido que constituía –además de una carga económica- una humillación permanente y sangrante para el pueblo judío, que no toleraba el reconocimiento de ningún “amo” fuera de Yhwh.
         De hecho, a lo largo de todo el siglo I, tanto en Judea (año 17), como en Siria (año 36) y en otras partes del imperio estallaron revueltas a causa de la política de impuestos aplicada por los ocupantes romanos.
         Entre los años 6 al 9, Judas el Galileo pidió al pueblo que no pagara el tributo a Roma, desde una motivación religiosa: el único Señor el pueblo era Yhwh; y no debían someterse a ningún otro “señor”.
         Esta misma postura fue sostenida por su hijo Menahem, en la guerra del 66-70. Sin embargo, el rey Agripa hace saber al pueblo insurreccionado contra Floro (66) que no pagar el tributo es “un acto de guerra” contra Roma.
         Se trataba, ciertamente, de una cuestión candente y de solución “imposible”. Como estratagema para atrapar a Jesús, no podían haber elegido otra más idónea.

         Todo ello no era obstáculo para que los judíos utilizaran la moneda del imperio. El denario –la moneda que le muestran a Jesús- llevaba en el anverso la imagen de César Tiberio adornado con la guirnalda de laurel que indicaba la dignidad divina, junto con la inscripción “Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto”. Y en el reverso, la leyenda “Pontífice Máximo” y la figura de la madre del emperador sentada en un trono de dioses.
         Esta incongruencia ofrecía a Jesús una “salida” airosa. Quienes hacen gala de no depender de nadie, sino de Dios, están utilizando la moneda idolátrica.

         El relato empieza haciendo notar la alianza “extraña” entre fariseos y herodianos con el único objetivo de “comprometer” a Jesús. Aquí podría aplicarse aquello de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”: todo parece valer para conseguir los propios propósitos, por mezquinos que sean.
         Y este grupo se acerca adulando a Jesús. La ironía radica en el hecho de que los términos de su adulación constituyen –quizás sin saberlo ellos mismos- uno de los “retratos” más ajustados del maestro de Nazaret: un hombre “sincero y que enseña el camino de Dios conforme a la verdad; sin que le importe nadie, porque no se fija en las apariencias”.
         No cabe duda de que la integridad, la coherencia y la libertad interior constituyeron “señas de identidad” de Jesús y guiaron su comportamiento a lo largo de toda su vida, a pesar de las consecuencias que le acarrearon.
         Una coherencia que se pone más en relieve precisamente al contrastar con la mezquindad de quienes se acercan, con buenas palabras, para tratar de “comprometerlo”.

         El dilema que le plantean no parecía tener escapatoria posible: o se caía en un delito grave frente a Roma o se renegaba de la fe del pueblo en la soberanía de su único Dios.
         Jesús sortea la trampa, en dos niveles: remitiéndoles a ellos mismos y conduciéndolos a un plano más profundo, desde donde la perspectiva se modifica.
         En el primer nivel, les hace caer en la cuenta, como decía antes, de su propia incongruencia: ¿qué hacen ellos con la moneda romana en su bolsillo? Si es de Roma –parece apuntar con ironía-, tendrán que devolvérsela.  
         Pero la fuerza del argumento se encuentra en el segundo nivel. De hecho, la conocida –y tantas veces repetida- respuesta de Jesús (“dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”) podría traducirse, como sugiere Francesc Riera, por “retirad al César lo que es de Dios” (F. RIERA, El evangelio de Mateo. La mirada a Jesús crea el difícil consenso en una iglesia plural (Mt 21,1-28,20; 1,1-2,23), Sal Terrae, Santander 2010, p.37. De él he tomado también los datos históricos con los que iniciaba este comentario).
         Esa respuesta, sin optar expresamente por ninguna de las dos alternativas, plantea un principio de validez permanente: el rechazo manifiesto a absolutizar cualquier poder.
        
         El poder tiende a absolutizarse, en una dinámica que refleja exactamente lo que es el funcionamiento del ego. De un modo parecido a como un sentimiento (real) de inferioridad suele producir, como mecanismo compensatorio, la apariencia contraria (el individuo necesita sentirse “superior”), así también el yo, al ser por sí mismo inconsistente, tiene necesidad de fortalecer su (precaria) seguridad. En consecuencia, tiende a absolutizar todo lo que tiene que ver con él: ser el centro, tener razón, tener poder, riqueza, imagen… 
         La respuesta de Jesús advierte de este riesgo. El único absoluto es Dios; todo lo demás es relativo.
         Ahora bien, una lectura mítica hace de esas palabras la fuente de un dualismo insostenible y puede llevar incluso a una desvalorización de lo humano. Es lo que ocurre en un planteamiento religioso en clave de rivalidad (o Dios o el hombre), como se ha dado a veces en nuestra propia tradición.
         Pero no va por ahí. Porque aquí no se habla de “Dios” como de un ser objetivado –tal como lo nombran, por ejemplo, las religiones-, sino del Misterio último de lo que es, que se expresa en infinidad de “formas” relativas, sin confusión, pero sin separación.  
         Lo absoluto, por tanto, no es el “dios” que la mente humana crea –el “dios pensado” nunca puede ser un absoluto, sino un objeto mental-, sino el Misterio inefable que a todos nos constituye.
         El nivel relativo es el mundo de las formas, físicas y mentales; entre ellas, el yo. El absoluto, por el contrario, es nuestra identidad verdadera.
         El primero de ellos es el mundo de los pensamientos, siempre variables, inestables y fluctuantes. El segundo es el de la Conciencia siempre estable, permanente y pacífica.
         Detrás de cualquier pensamiento –cualquiera que sea su color-, está la conciencia. Y podemos apreciarla de un modo sencillo: observando las pausas entre los mismos pensamientos.
         Hay un símil que puede ayudarnos a entenderlo. Sobre una pizarra permanente, escribimos líneas de muchas formas y colores; líneas que se suceden, se superponen, se entrecruzan… Las líneas varían constantemente. Sin embargo, la pizarra permanece estable. Y es la que hace que sea posible la escritura…, aunque ni siquiera reparemos en ella.
         Nuestros pensamientos son las líneas que escribimos sobre la pizarra; ésta es la Conciencia. Aquéllos pertenecen al nivel relativo; ésta es lo absoluto. Pero, precisamente por ello, nadie se la puede apropiar. Tampoco puede ser pensada. Únicamente se la puede experimentar de un modo directo, preconceptual, cuando acallamos los pensamientos (cuando, en lugar de seguir dibujando líneas sobre la pizarra, depositamos en ella toda nuestra atención).
         Todo esto desemboca en un interrogante. ¿Con quién nos identificamos: con la sucesión de pensamientos (el yo) o con la Conciencia estable e ilimitada? ¿Nos “conformamos” con nuestra identidad relativa, en la forma pasajera del yo inconsistente, pura creación mental…, o nos reconocemos como Conciencia pura, en el “disfraz” de esta forma? ¿Pagamos el “impuesto” al yo o lo “devolvemos” a Dios?

 
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miércoles, 24 de agosto de 2011

PERLAS PARA ORAR III

"Cuando el hombre sea transformado en la Palabra, su vida no será más que puro silencio, será pura visión. (...) Toda la vida del hombre no es más que la proclamación de la Unidad divina en lo que Dios se dice a sí mismo a través de la criatura". (Divo Basotti)

DOMINGO 22 - TIEMPO ORDINARIO-CICLO A

lunes, 8 de agosto de 2011

PERLAS PARA ORAR II


La vocación del hombre es descubrir que está llamado a la Unidad. Dios llama al hombre a ser Dios, el Amor llama al hombre a ser el Amor.

martes, 2 de agosto de 2011

DIFERENCIAS ENTRE ORACIÓN Y CONTEMPLACIÓN


Una diferencia importante entre oración y contemplación: en la oración hay un esfuerzo personal, un uso de las facultades humanas, una actividad de la mente, una apoyatura en palabras, imaginaciones y conceptos; en la contemplación, sólo queda una «pura mirada de amor» (san Buenaventura de Bagnoreggio), una «atención amorosa a Dios» (san Juan de la Cruz), un «encuentro con el Esposo» (santa Teresa de Jesús). Es un paso superior a la oración, una profundización de ella, en la que se produce la fase «unitiva» de la mística cristiana. «Contemplación» significa observar el cielo. Su origen proviene de la antigüedad, cuando el vaticinador contemplaba un espacio circunscrito del cielo para hacer sus predicciones, espacio que en origen era la parte superior del templo. Por consiguiente, «contemplar» tenía originariamente un significado cósmico: el hombre no es sólo ministro de la divinidad, sino que forma parte integrante del templo (cum-templo), se une al Dios del cual revive el misterio. Sucesivamente, el término asume una connotación cada vez más acentuada de comunión con la divinidad y el universo, y de ahí su utilización por la mística, especialmente la cristiana.
Información sacada de http://www.webislam.com/?idt=17328

viernes, 29 de julio de 2011

PERLAS PARA ORAR


"Vi en sueños al Señor de la Gloria y le pregunté: ¿Cómo ir a Ti? Respondió: -deja tu ego y ven-; invité a mi ego a ir a Dios y se retractó, entonces lo abandoné y he ido a Él solo". (Abú Yazid Bistami)

jueves, 21 de abril de 2011

ORACIÓN INCÓMODA

Siempre habrá quienes se molesten por quedar al descubierto sus sentimientos y pensamientos ocultos, quienes tergiversan la realidad poniendo eufemismos a lo que en realidad es una injusticia o un mal. A Él lo crucificaron hace dos mil años por esto, precisamente.
Gracias a Dios siempre habrá profetas que alumbran un mundo civilizado que prefiere la obscuridad a la luz, la mentira y la manipulación a la verdad de los hechos.
Ocurrió en Argentina pero su efecto ha sido mundial.

jueves, 24 de marzo de 2011

SAN JUAN DE LA CRUZ-LA ETERNIDAD DE DIOS


Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

1. Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

2. De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

3. Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo.
toda ciencia trascendiendo.

4. El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y Su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

5. Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

6. Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

7. Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

8. Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

sábado, 26 de febrero de 2011

BENDICE ALMA MÍA AL SEÑOR

Bless the Lord
Taize


Bless the Lord, my Soul,and Bless Gos's holy name.
Bless the Lord, my Soul, who leads me into life.


martes, 8 de febrero de 2011

ATRASADO EL ENCUENTRO DE ORACIÓN

Los problemas médicos del padre Santiago obligan a retrasar el encuentro de oración que íbamos a celebrar el fin de semana del 18 al 20 de febrero. Dios mediante, se realizará los días 25,26 y 27 de Marzo con el mismo contenido. El retiro, pues, no sufrirá cambios significativos. Hoy por hoy, lo importante es que el padre Santiago esté ya recuperado para esas fechas y nos deleite con su sabiduría y espiritualidad. Pediremos al Señor por él.

miércoles, 19 de enero de 2011

ORACIÓN A LA HERMOSURA DE DIOS


Santa Teresa describió, creo que como nadie, la experiencia de Dios. En Dios existe y tiene sentido todo y todo acaba participando de su belleza inefable, especialmente el hombre.

¡Oh hermosura que excedéis!
[Poema: Texto completo]
Santa Teresa de Ávila

¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.

Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.

Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.

miércoles, 5 de enero de 2011

¿QUÉ HACEMOS?


A partir de este momento queremos presentar nuestro compromiso eclesial como bautizados seglares. A lo largo de futuras entradas iremos dando a conocer nuestras tareas informando de todas aquellas actividades que realizamos y realizaremos relacionadas con nuestro carisma. Nuestro carisma es la oración, el Señor nos ha llamado para orar dentro del mundo. Buscamos vivir la oración contemplativa en medio de los avatares y problemas del mundo como laicos. El silencio es el marco en el que pretendemos desarrollar nuestra actitud orante, actitud que nos lleva a una escucha del Señor más profunda y en un estado de alerta permanente. La experiencia de oración vivida por cada uno de nosotros ha dado como fruto un rico elenco de actividades y proyectos con el único fin de animar a otros a seguir este camino de oración. Además contamos también con la gracia del Señor de que cada uno de los miembros, ha ido desarrollando su carisma particular según el ámbito en el que se desenvuelve: por ejemplo,el ser monitores de métodos naturales de planificación, ser catequistas de adultos, estar en organismos de atención a marginados (prostitutas), etc... intentando vivir en todo el amor y la comunión eclesial.

domingo, 2 de enero de 2011

QUIÉNES SOMOS


Hace casi 25 años, Maricarmen y Jorge se sintieron llamados a vivir la oración contemplativa en medio del mundo, en medio del ruido, vocación, por otra parte,alimentada a lo largo del tiempo por las experiencias vividas en encuentros y retiros con reconocidos Maestros de Oración como Ignacio Larrañaga, el llorado Pepe Sánchez, Santiago Guerra, Jaime Boada y José Moratiel. En estos primeros momentos este impulso se vio de manera asombrosa reforzado por la respuesta masiva a las invitaciones que hicieron a amigos y conocidos a orar en casa de Maricarmen. Llegaron a juntarse más de veinte personas lo que obligó a buscar un sitio más grande que finalmente fue el salón parroquial de la Iglesia de San Agustín, más conocida en Almería como la Iglesia de los Padres Franciscanos.
Con el tiempo y con la exigencia de fe y vida que se iba descubriendo, los encuentros de oración fueron haciéndose más exigentes lo que fue modelando lo que sería la comunidad del presente: una comunidad de cuatro personas comprometidas que intentan vivir con fidelidad las exigencias evangélicas de oración y comunión de vida. Y luego nos siguen algunos más que se unen a nuestras actividades de oración.

Somos: JORGE DÍAZ, ENCARNA MIGUEL, MARICARMEN GARCÍA E INDALECIO SOLER ambos casados y con un hijo. En esta ya vieja fotografía aparecemos junto a la hermana adoratriz Mª Luisa, que está en el centro, y, en el penúltimo lugar a la izquierda, también está Milagros, esposa de Jorge,también está Moisés, uno de sus tres hijos que en la actualidad cuenta con casi 20 años.