sábado, 31 de diciembre de 2011
domingo, 25 de diciembre de 2011
viernes, 23 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
miércoles, 7 de diciembre de 2011
miércoles, 30 de noviembre de 2011
miércoles, 23 de noviembre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
miércoles, 19 de octubre de 2011
COMENTARIO AL EVANGELIO
Domingo XXX Tiempo
Ordinario
23 octubre 2011
Evangelio de
Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír
que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le
preguntó para ponerlo a prueba:
¾ Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley ?
Él le dijo:
¾ «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todo tu ser». Este mandamiento es el principal y primero. El segundo
es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
******
TODO ROSTRO REFLEJA
TU ROSTRO
En
el contexto judío del siglo I, la pregunta que el fariseo anónimo le plantea a
Jesús no era baladí ni retórica. No resultaba fácil, para una persona piadosa
que buscaba ser fiel a la Ley, establecer una jerarquía entre los 613 preceptos
importantes -248 prescripciones y 365 prohibiciones- que se habían llegado a
recopilar.
Tal
codificación –llevada a cabo precisamente por los fariseos- había sido una
tarea importante, pero es normal que produjera desaliento y confusión. De una
manera u otra, era inevitable que se preguntara por “el más importante” de
todos aquellos mandatos.
Si
bien la respuesta no era unánime –para algún rabino, el mandato más importante
era el que se refería al cumplimiento del sábado-, la más frecuente iba en la
línea que apuntará Jesús…, aunque aparecía al mismo nivel que los otros temas
considerados prioritarios por la religión oficial: la pureza ritual y los
diezmos (aparte el ya mencionado del sábado).
La
respuesta de Jesús es, al mismo tiempo, simplificadora, tradicional y radical:
·
simplificadora,
porque reduce todo aquel conjunto normativo a un solo mandamiento: el amor;
·
tradicional,
porque no hace sino unir, en un solo, dos mandamientos tomados de la tradición
de su pueblo, tal como se recogían en el Libro del Deuteronomio (6,5: amor a
Dios) y en el Levítico (19,18: amor al prójimo);
·
radical,
porque no sólo establece una jerarquía entre los mandamientos, sino porque, en
cierto sentido, hace que todos ellos se reduzcan al amor que, según él,
“sostiene toda la Toráh”.
De ese modo,
Jesús hace que todo el comportamiento moral gire en torno a lo que se conoce
como la “regla de oro”, algo usual en
prácticamente todas las grandes tradiciones espirituales.
Dentro del
propio judaísmo, ya en el Libro de Tobías (4,25), puede leerse: “No hagas a nadie lo que no quieras que te
hagan a ti”. Y el escriba Hillel, algo anterior a Jesús, lo expresaba de
este modo: “Lo que te desagrada, no se lo
hagas al prójimo: aquí está toda la Ley. El
resto es simplemente comentario”. En el mismo evangelio de Mateo (7,12),
Jesús utiliza una fórmula taxativa, que nos recuerda la respuesta que estamos
comentando: “Lo que queráis que los
hombres os hagan, hacédselo vosotros a ellos: ésta es la Ley y los Profetas”.
Me
parece importante caer en la cuenta de que, al formular el “mandato del amor”
como el fundamento de toda la Ley, no se
está hablando en primer lugar de una prescripción, sino de una revelación.
Es decir, no se está imponiendo una norma, sino que se nos está descubriendo lo
que somos.
El “primer mandato” es el amor, precisamente
porque somos Amor. La “Regla de oro” nos recuerda nuestra identidad. Por
esa razón, amar a Dios y a los otros no es algo que proceda del voluntarismo,
sino que nace de la comprensión.
Me
parece cierto que el reconocimiento de la
propia vulnerabilidad nos humaniza; limpia nuestra mirada y abre nuestro
corazón al sufrimiento de los otros: empieza a brotar la compasión.
Pero
hay otra fuente más profunda de la
compasión: es la comprensión de
quienes somos.
En
cierto modo, podría decirse que la “realización” de la persona va acompañada de
una doble característica: la sabiduría y la compasión. La primera permite
comprender en profundidad o “ver” la verdad de las cosas; la segunda, es su
expresión o manifestación. Quien “ve” no podrá no ser compasivo; no podrá no
amar.
Así
entendemos la expresión del sabio hindú Nisargadatta: “El amor dice: «Yo soy todo». La sabiduría dice: «Yo soy nada». Mi vida
fluye entre ambos”. O, de otro modo: "Comprender que uno es nada es sabiduría, comprender que uno es todo es
amor". Frances Vaughan lo ha expresado de esta forma: “La compasión ve al Uno en los muchos, la
sabiduría ve a los muchos en el Uno”. Y Willigis Jäger: “La gran compasión que surge de la
experiencia de unidad se experimentará como la fuerza motriz del universo”.
Es lo que, con
unas u otras palabras, manifiestan todos los hombres y mujeres que han “visto”.
El propio Jesús se nos presenta como “el hombre sabio y compasivo”.
Lo
que llegamos a comprender es que, en contra de la creencia de que somos seres
separados –que sostiene y alimenta al ego-, nuestra verdadera identidad es
“compartida”: somos como células de un
mismo organismo. ¿Qué ocurriría en nuestro organismo si cada célula se
considerara “aislada” del conjunto y tuviera un comportamiento autárquico?
La realidad es
no-dual y nada está separado de nada. En ese nivel, podemos decir con verdad:
“soy tú”. Más importante, profunda y real que la “individual” (de “célula”) es
la identidad que compartimos (el “organismo” que somos), en la que realmente
nos encontramos. (Aunque no lo “sepa”, la célula es también cuerpo: una y otro
son no-dos).
Dicho de otro
modo: si no interfiere nuestra mente no observada, notaremos que la conciencia
se encuentra a sí misma en cada “otro”, y nos
reconoceremos a nosotros mismos por doquier. Descubriremos, tras una
ignorancia tan prolongada, que todo
rostro es nuestro rostro… y todo bien
es nuestro bien. Ese día se habrá disipado toda oscuridad y habremos
entrado en contacto con nuestra verdadera identidad.
Un
antiguo texto budista lo expresa de una manera tan profunda como hermosa:
“Namasté.
Yo honro el lugar dentro de ti donde el Universo entero reside.
Yo honro el lugar dentro de ti de Amor y Luz, de Verdad y Paz.
Yo honro el lugar dentro de ti donde cuando tú estás en ese punto tuyo,
y yo estoy en ese punto mío,
somos sólo Uno”.
En
lo concreto, No-dualidad significa Abrazo
integrador. Dicho con otras palabras: la naturaleza última de lo Real es
Amor. Amor que, como fuerza “unitiva”, mantiene cohesionado el conjunto, desde
las partículas elementales hasta los inmensos espacios inabarcables.
Se
comprende que, en las religiones teístas, el “primer mandamiento” sea: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma, con todo tu ser”. No está hablando de un Dios que
exigiera servidumbre por encima de todo –aunque se haya interpretado así desde
una conciencia mítica-; significa, más bien, el reconocimiento de que la
Realidad primera es Amor y que, por tanto, “acertamos” en la vida cuando nos
alineamos con ella en esa misma clave y actitud amorosa.
En
el caso de Jesús, es patente que, para él, el amor es el “camino” por
antonomasia; hasta el punto de que todo lo centra ahí: la figura del samaritano
de la parábola es emblemática y no admite “apaños religiosos”, cuyos
representantes son criticados en la misma narración: “Ve y haz tú lo mismo”.
Así
como otras tradiciones espirituales han priorizado el camino del conocimiento (jñana, gnosis), el maestro de Nazaret insistió en la práctica concreta del
amor –especialmente a la persona en necesidad-, como camino de realización
personal y colectiva (lo que él llamaba “Reino de Dios”).
En
realidad, se trata de diferentes caminos que conducen a la misma “meta”:
despertar a quienes somos, desidentificándonos del yo. Cuando acallamos la
mente –en el camino del conocimiento-, nos percatamos de que el ego es sólo una
creación mental; cuando dejamos vivir el amor que somos –en la práctica
compasiva, servicial y gratuita-, el ego queda igualmente trascendido. De un
modo y otro, nos abrimos a la verdad de quienes somos, la identidad no-dual o
“compartida”.
Ahora
bien, dado que los seres humanos somos tan condicionados y limitados, a la vez
que con poderosas inercias hacia la egocentración –debido, probablemente, al
momento evolutivo en el que nos encontramos-, puede ser bueno que pongamos
expresamente cuidado en verificar cómo es nuestra actitud y nuestro comportamiento
concreto hacia los otros. Aparte de ser el criterio más claro de un genuino
camino espiritual, nos servirá de cuestionamiento para advertir si estamos
viviendo en coherencia con lo que somos –amor-, o si seguimos enroscados en los
laberintos egoicos…, creyéndonos “espirituales”.
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viernes, 14 de octubre de 2011
COMENTARIO AL EVANGELIO POR ENRIQUE MARTÍNEZ LOZANO
Domingo XXIX Tiempo
Ordinario
16 octubre 2011
Evangelio de
Mateo 22, 15-21
En aquel tiempo, los fariseos se
retiraron y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le
enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y de dijeron:
— Maestro, sabemos que eres sincero y
que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie,
porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito
pagar impuesto al César o no?
Comprendiendo
su mala voluntad, les dijo Jesús:
— ¡Hipócritas!, ¿por qué me tentáis?
Enseñadme la moneda del impuesto.
Le presentaron un denario. El les
preguntó:
— ¿De quién es esta cara y esta
inscripción?
Le respondieron:
— Del César.
Entonces les replicó:
— Pues pagadle al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios.
******
LOS IMPUESTOS DEL EGO
Quizás
sea bueno contextualizar la cuestión planteada en este relato, para entender
mejor la “pregunta envenenada” que le dirigen a Jesús, así como la respuesta de
éste.
Por
lo que se refiere al tema mismo del impuesto exigido por Roma, es sabido que
constituía –además de una carga económica- una humillación permanente y
sangrante para el pueblo judío, que no toleraba el reconocimiento de ningún
“amo” fuera de Yhwh.
De
hecho, a lo largo de todo el siglo I, tanto en Judea (año 17), como en Siria
(año 36) y en otras partes del imperio estallaron revueltas a causa de la
política de impuestos aplicada por los ocupantes romanos.
Entre
los años 6 al 9, Judas el Galileo pidió al pueblo que no pagara el tributo a
Roma, desde una motivación religiosa: el único Señor el pueblo era Yhwh; y no
debían someterse a ningún otro “señor”.
Esta
misma postura fue sostenida por su hijo Menahem, en la guerra del 66-70. Sin
embargo, el rey Agripa hace saber al pueblo insurreccionado contra Floro (66)
que no pagar el tributo es “un acto de guerra” contra Roma.
Se
trataba, ciertamente, de una cuestión candente y de solución “imposible”. Como
estratagema para atrapar a Jesús, no podían haber elegido otra más idónea.
Todo
ello no era obstáculo para que los judíos utilizaran la moneda del imperio. El
denario –la moneda que le muestran a Jesús- llevaba en el anverso la imagen de
César Tiberio adornado con la guirnalda de laurel que indicaba la dignidad
divina, junto con la inscripción “Tiberio César Augusto, hijo del divino
Augusto”. Y en el reverso, la leyenda “Pontífice Máximo” y la figura de la
madre del emperador sentada en un trono de dioses.
Esta
incongruencia ofrecía a Jesús una “salida” airosa. Quienes hacen gala de no
depender de nadie, sino de Dios, están utilizando la moneda idolátrica.
El
relato empieza haciendo notar la alianza “extraña” entre fariseos y herodianos
con el único objetivo de “comprometer” a Jesús. Aquí podría aplicarse aquello
de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”: todo parece valer para
conseguir los propios propósitos, por mezquinos que sean.
Y
este grupo se acerca adulando a Jesús. La ironía radica en el hecho de que los
términos de su adulación constituyen –quizás sin saberlo ellos mismos- uno de
los “retratos” más ajustados del maestro de Nazaret: un hombre “sincero y que enseña el camino de Dios
conforme a la verdad; sin que le importe nadie, porque no se fija en las
apariencias”.
No
cabe duda de que la integridad, la coherencia y la libertad interior constituyeron “señas de identidad” de Jesús y
guiaron su comportamiento a lo largo de toda su vida, a pesar de las
consecuencias que le acarrearon.
Una
coherencia que se pone más en relieve precisamente al contrastar con la
mezquindad de quienes se acercan, con buenas palabras, para tratar de
“comprometerlo”.
El
dilema que le plantean no parecía tener escapatoria posible: o se caía en un
delito grave frente a Roma o se renegaba de la fe del pueblo en la soberanía de
su único Dios.
Jesús
sortea la trampa, en dos niveles: remitiéndoles a ellos mismos y conduciéndolos
a un plano más profundo, desde donde la perspectiva se modifica.
En
el primer nivel, les hace caer en la cuenta, como decía antes, de su propia
incongruencia: ¿qué hacen ellos con la moneda romana en su bolsillo? Si es de
Roma –parece apuntar con ironía-, tendrán que devolvérsela.
Pero
la fuerza del argumento se encuentra en el segundo nivel. De hecho, la conocida
–y tantas veces repetida- respuesta de Jesús (“dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”)
podría traducirse, como sugiere Francesc Riera, por “retirad al César lo que es de Dios” (F. RIERA, El evangelio de Mateo. La mirada a Jesús crea el difícil consenso en
una iglesia plural (Mt 21,1-28,20; 1,1-2,23), Sal Terrae, Santander 2010,
p.37. De él he tomado también los datos históricos con los que iniciaba este
comentario).
Esa
respuesta, sin optar expresamente por ninguna de las dos alternativas, plantea
un principio de validez permanente: el rechazo
manifiesto a absolutizar cualquier poder.
El
poder tiende a absolutizarse, en una dinámica que refleja exactamente lo que es
el funcionamiento del ego. De un modo parecido a como un sentimiento (real) de
inferioridad suele producir, como mecanismo compensatorio, la apariencia
contraria (el individuo necesita sentirse “superior”), así también el yo, al
ser por sí mismo inconsistente, tiene necesidad de fortalecer su (precaria)
seguridad. En consecuencia, tiende a absolutizar todo lo que tiene que ver con
él: ser el centro, tener razón, tener poder, riqueza, imagen…
La
respuesta de Jesús advierte de este riesgo. El único absoluto es Dios; todo lo
demás es relativo.
Ahora
bien, una lectura mítica hace de esas palabras la fuente de un dualismo
insostenible y puede llevar incluso a una desvalorización de lo humano. Es lo
que ocurre en un planteamiento religioso en clave de rivalidad (o Dios o el
hombre), como se ha dado a veces en nuestra propia tradición.
Pero
no va por ahí. Porque aquí no se habla de “Dios” como de un ser objetivado –tal
como lo nombran, por ejemplo, las religiones-, sino del Misterio último de lo
que es, que se expresa en infinidad de “formas” relativas, sin confusión, pero
sin separación.
Lo
absoluto, por tanto, no es el “dios” que la mente humana crea –el “dios
pensado” nunca puede ser un absoluto, sino un objeto mental-, sino el Misterio
inefable que a todos nos constituye.
El
nivel relativo es el mundo de las formas, físicas y mentales; entre ellas, el
yo. El absoluto, por el contrario, es nuestra identidad verdadera.
El
primero de ellos es el mundo de los pensamientos, siempre variables, inestables
y fluctuantes. El segundo es el de la Conciencia siempre estable, permanente y
pacífica.
Detrás
de cualquier pensamiento –cualquiera que sea su color-, está la conciencia. Y
podemos apreciarla de un modo sencillo: observando las pausas entre los mismos
pensamientos.
Hay
un símil que puede ayudarnos a entenderlo. Sobre una pizarra permanente,
escribimos líneas de muchas formas y colores; líneas que se suceden, se
superponen, se entrecruzan… Las líneas varían constantemente. Sin embargo, la
pizarra permanece estable. Y es la que hace que sea posible la escritura…,
aunque ni siquiera reparemos en ella.
Nuestros
pensamientos son las líneas que escribimos sobre la pizarra; ésta es la
Conciencia. Aquéllos pertenecen al nivel relativo; ésta es lo absoluto. Pero,
precisamente por ello, nadie se la puede apropiar. Tampoco puede ser pensada.
Únicamente se la puede experimentar de un modo directo, preconceptual, cuando
acallamos los pensamientos (cuando, en lugar de seguir dibujando líneas sobre
la pizarra, depositamos en ella toda nuestra atención).
Todo
esto desemboca en un interrogante. ¿Con quién nos identificamos: con la
sucesión de pensamientos (el yo) o con la Conciencia estable e ilimitada? ¿Nos
“conformamos” con nuestra identidad relativa, en la forma pasajera del yo
inconsistente, pura creación mental…, o nos reconocemos como Conciencia pura,
en el “disfraz” de esta forma? ¿Pagamos el “impuesto” al yo o lo “devolvemos” a
Dios?
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miércoles, 12 de octubre de 2011
miércoles, 5 de octubre de 2011
jueves, 29 de septiembre de 2011
jueves, 22 de septiembre de 2011
miércoles, 14 de septiembre de 2011
viernes, 9 de septiembre de 2011
viernes, 2 de septiembre de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
PERLAS PARA ORAR III
"Cuando el hombre sea transformado en la Palabra, su vida no será más que puro silencio, será pura visión. (...) Toda la vida del hombre no es más que la proclamación de la Unidad divina en lo que Dios se dice a sí mismo a través de la criatura". (Divo Basotti)
miércoles, 17 de agosto de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
lunes, 8 de agosto de 2011
PERLAS PARA ORAR II
viernes, 5 de agosto de 2011
martes, 2 de agosto de 2011
DIFERENCIAS ENTRE ORACIÓN Y CONTEMPLACIÓN
Una diferencia importante entre oración y contemplación: en la oración hay un esfuerzo personal, un uso de las facultades humanas, una actividad de la mente, una apoyatura en palabras, imaginaciones y conceptos; en la contemplación, sólo queda una «pura mirada de amor» (san Buenaventura de Bagnoreggio), una «atención amorosa a Dios» (san Juan de la Cruz), un «encuentro con el Esposo» (santa Teresa de Jesús). Es un paso superior a la oración, una profundización de ella, en la que se produce la fase «unitiva» de la mística cristiana. «Contemplación» significa observar el cielo. Su origen proviene de la antigüedad, cuando el vaticinador contemplaba un espacio circunscrito del cielo para hacer sus predicciones, espacio que en origen era la parte superior del templo. Por consiguiente, «contemplar» tenía originariamente un significado cósmico: el hombre no es sólo ministro de la divinidad, sino que forma parte integrante del templo (cum-templo), se une al Dios del cual revive el misterio. Sucesivamente, el término asume una connotación cada vez más acentuada de comunión con la divinidad y el universo, y de ahí su utilización por la mística, especialmente la cristiana.
Información sacada de http://www.webislam.com/?idt=17328
viernes, 29 de julio de 2011
PERLAS PARA ORAR
miércoles, 27 de julio de 2011
miércoles, 20 de julio de 2011
jueves, 14 de julio de 2011
jueves, 7 de julio de 2011
jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 22 de junio de 2011
jueves, 16 de junio de 2011
miércoles, 1 de junio de 2011
miércoles, 25 de mayo de 2011
lunes, 23 de mayo de 2011
miércoles, 18 de mayo de 2011
miércoles, 11 de mayo de 2011
jueves, 5 de mayo de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
domingo, 24 de abril de 2011
jueves, 21 de abril de 2011
ORACIÓN INCÓMODA
Siempre habrá quienes se molesten por quedar al descubierto sus sentimientos y pensamientos ocultos, quienes tergiversan la realidad poniendo eufemismos a lo que en realidad es una injusticia o un mal. A Él lo crucificaron hace dos mil años por esto, precisamente.
Gracias a Dios siempre habrá profetas que alumbran un mundo civilizado que prefiere la obscuridad a la luz, la mentira y la manipulación a la verdad de los hechos.
Ocurrió en Argentina pero su efecto ha sido mundial.
Gracias a Dios siempre habrá profetas que alumbran un mundo civilizado que prefiere la obscuridad a la luz, la mentira y la manipulación a la verdad de los hechos.
Ocurrió en Argentina pero su efecto ha sido mundial.
jueves, 31 de marzo de 2011
jueves, 24 de marzo de 2011
SAN JUAN DE LA CRUZ-LA ETERNIDAD DE DIOS
Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
1. Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
2. De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.
3. Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo.
toda ciencia trascendiendo.
4. El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y Su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
5. Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.
6. Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
7. Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.
8. Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.
jueves, 17 de marzo de 2011
miércoles, 16 de marzo de 2011
domingo, 13 de marzo de 2011
miércoles, 9 de marzo de 2011
viernes, 4 de marzo de 2011
sábado, 26 de febrero de 2011
BENDICE ALMA MÍA AL SEÑOR
Bless the Lord
Taize
Bless the Lord, my Soul,and Bless Gos's holy name.
Bless the Lord, my Soul, who leads me into life.
Taize
Bless the Lord, my Soul,and Bless Gos's holy name.
Bless the Lord, my Soul, who leads me into life.
martes, 15 de febrero de 2011
martes, 8 de febrero de 2011
ATRASADO EL ENCUENTRO DE ORACIÓN
Los problemas médicos del padre Santiago obligan a retrasar el encuentro de oración que íbamos a celebrar el fin de semana del 18 al 20 de febrero. Dios mediante, se realizará los días 25,26 y 27 de Marzo con el mismo contenido. El retiro, pues, no sufrirá cambios significativos. Hoy por hoy, lo importante es que el padre Santiago esté ya recuperado para esas fechas y nos deleite con su sabiduría y espiritualidad. Pediremos al Señor por él.
miércoles, 19 de enero de 2011
ORACIÓN A LA HERMOSURA DE DIOS
Santa Teresa describió, creo que como nadie, la experiencia de Dios. En Dios existe y tiene sentido todo y todo acaba participando de su belleza inefable, especialmente el hombre.
¡Oh hermosura que excedéis!
[Poema: Texto completo]
Santa Teresa de Ávila
¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.
Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.
[Poema: Texto completo]
Santa Teresa de Ávila
¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis,
el amor de las criaturas.
Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales,
no sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.
sábado, 15 de enero de 2011
miércoles, 5 de enero de 2011
¿QUÉ HACEMOS?
A partir de este momento queremos presentar nuestro compromiso eclesial como bautizados seglares. A lo largo de futuras entradas iremos dando a conocer nuestras tareas informando de todas aquellas actividades que realizamos y realizaremos relacionadas con nuestro carisma. Nuestro carisma es la oración, el Señor nos ha llamado para orar dentro del mundo. Buscamos vivir la oración contemplativa en medio de los avatares y problemas del mundo como laicos. El silencio es el marco en el que pretendemos desarrollar nuestra actitud orante, actitud que nos lleva a una escucha del Señor más profunda y en un estado de alerta permanente. La experiencia de oración vivida por cada uno de nosotros ha dado como fruto un rico elenco de actividades y proyectos con el único fin de animar a otros a seguir este camino de oración. Además contamos también con la gracia del Señor de que cada uno de los miembros, ha ido desarrollando su carisma particular según el ámbito en el que se desenvuelve: por ejemplo,el ser monitores de métodos naturales de planificación, ser catequistas de adultos, estar en organismos de atención a marginados (prostitutas), etc... intentando vivir en todo el amor y la comunión eclesial.
domingo, 2 de enero de 2011
QUIÉNES SOMOS
Hace casi 25 años, Maricarmen y Jorge se sintieron llamados a vivir la oración contemplativa en medio del mundo, en medio del ruido, vocación, por otra parte,alimentada a lo largo del tiempo por las experiencias vividas en encuentros y retiros con reconocidos Maestros de Oración como Ignacio Larrañaga, el llorado Pepe Sánchez, Santiago Guerra, Jaime Boada y José Moratiel. En estos primeros momentos este impulso se vio de manera asombrosa reforzado por la respuesta masiva a las invitaciones que hicieron a amigos y conocidos a orar en casa de Maricarmen. Llegaron a juntarse más de veinte personas lo que obligó a buscar un sitio más grande que finalmente fue el salón parroquial de la Iglesia de San Agustín, más conocida en Almería como la Iglesia de los Padres Franciscanos.
Con el tiempo y con la exigencia de fe y vida que se iba descubriendo, los encuentros de oración fueron haciéndose más exigentes lo que fue modelando lo que sería la comunidad del presente: una comunidad de cuatro personas comprometidas que intentan vivir con fidelidad las exigencias evangélicas de oración y comunión de vida. Y luego nos siguen algunos más que se unen a nuestras actividades de oración.
Somos: JORGE DÍAZ, ENCARNA MIGUEL, MARICARMEN GARCÍA E INDALECIO SOLER ambos casados y con un hijo. En esta ya vieja fotografía aparecemos junto a la hermana adoratriz Mª Luisa, que está en el centro, y, en el penúltimo lugar a la izquierda, también está Milagros, esposa de Jorge,también está Moisés, uno de sus tres hijos que en la actualidad cuenta con casi 20 años.
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